Alumnes que escriuen

ESPAI CREACIÓ
  • Us presentem dues narracions d'alumnes de Llengua Castellana i Literatura

PARA MI AMOR O PARA QUIEN ALGUNA VEZ LO FUE

Para mi amor, o al menos lo fue si retrocediésemos dos semanas; pero ya es  tarde, demasiado tarde tal vez.

Todos y cada uno de mis segundos han sido de color gris. Su cielo, con cierto tono de tristeza; sus árboles, que ya han comenzado a dejar su alma al desnudo. El paisaje y las montañas llenas de niebla; mis pensamientos, dominados por mis demonios internos… Y mis ojos y las lágrimas que caen de ellos, deslizándose sobre mi pena.

Desde que desapareciste, conseguiste apoderarte de mí. Te llevaste todas mis sonrisas, mi alegría… Y con ello, todo mi ser. No hay vuelta atrás, te has convertido en dueño de mí.

Me pregunto si algún día volveré a tener la misma ilusión, la misma de hace un año, cuando eras tú quien decidía sacarme de uno de los peores infiernos que alguien pudiera imaginar. Pero ahora, después de tan solo un invierno, vuelves a guiarme hacia él, siguiendo los pasos que nunca acabé de borrar. Mis pasos.

La mayor parte del tiempo lo paso sentada. Reflexiono, veo como pasan las personas, los pájaros, los trenes, el tiempo… El mismo tiempo que, lentamente, me está matando por dentro. Contemplo como, irremediablemente, muero. Como muere mi primer amor.

Y si digo la verdad, ¡es tan doloroso ver cómo te alejas!... Te di lo mejor de mí durante cuatro escasas estaciones.

No ha habido, desde entonces, ni un día, ni un minuto, ni un segundo en el que no me haya acordado de ti, de lo mucho que te echo de menos; de los momentos vividos que jamás volverán.

Laia Ureña Zamora 3º B
Lengua y Literatura Castellana

LA PESADILLA DE KIM

Era  un miércoles a las siete y veinte de la mañana. Kim y toda su familia ya estaban despiertos. La cara de Natasha, la madre de Kim, ya lo decía todo, así como la de su esposo, el doctor Timber, de nombre Gabriel.

El hermano menor de Kim, no paraba de llorar. El pequeño Will, solo tenía nueve años. Estaba asustado por el ruido de las bombas por las que todos los pueblos, ciudades de su país vivían aterrorizados. Era lo peor que había pasado en muchos años.

Aquella mañana de invierno, nadie se atrevía a salir. No había vida en la calle, porque lo que estaba ocurriendo comenzó tres semanas atrás, cuando se oyó la primera bomba que comenzó a atormentar a todo el país, un país, que hasta entonces, vivía en paz.

El doctor Timber, una mañana iba tranquilamente a trabajar a su   hospital. Allí atendía a muchos niños y a todo aquel que le necesitase. Mientras conducía su coche pensó que aquel día tenía que salvar más vidas, necesitaría más medicamentos y, así, sentirse orgulloso de su trabajo. Recibió una llamada de  su hija Kim que le decía que volviera a casa porque algo terrible estaba pasando. Le decía que aquel día no podía trabajar, y que por favor, volviera. Así que el doctor Tiember volvió desesperado por la llamada de su hija. Vio lo que estaba pasando, lo que años atrás marcó Siria, la guerra. Desde ese día, el país quedó destruido.

Hoy, dieciocho de enero del año dos mil quince, el doctor Timber ha decidido lo mejor para toda su familia y sus gentes más cercanas: salir de ese país donde solo hay bombas, militares y muerte.

Natasha, la madre de Kim, tras la decisión de su marido, tuvo la valentía de ir a por comida para poder alimentar y quitar el frío a sus hijos. Salió sola a enfrentarse a esas calles. Kim, con solo dieciséis años, tomó a su hermano y prepararon sus cosas para la huida, mientras esperaban el regreso de su madre. Después de siete horas, el doctor Timber, se dio cuenta de la ausencia de su esposa, así que decidió ir a por ella; pero antes de salir le dijo a su hija mayor que si en tres horas no volvía, cogiese a su hermano y que se marchasen. Le dijo que cuidara y protegiese a su hermano. Kim, entristecida al oír las palabras de su padre, abrazó a este y contestó un simple, de acuerdo.

El doctor Timber salió y de un golpe cerró la puerta. Kim, asustada y con los ojos fijos en el reloj y a la puerta de su casa, esperó la llegada de sus padres. Pero el tiempo pasaba y recordó las palabras de su padre: “Si en tres horas no vuelvo, coge a tu hermano y vete”. Kim tomó de la mano a su hermano, y salieron de esa casa en la que se habían criado y habían disfrutado de su infancia. Solo llevaban una mochila y, en su interior, las fotos de sus padres, agua y poco más…

Faltaban cinco minutos para la hora del patio, cuando la profesora terminó la explicación y Kim despertó de su pesadilla.
Fatou Camara 4º C

Lengua y  Literatura Castellana

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