Reflexions i testimonis

Aquests textos són redaccions sobre el que va succeir el dia 17 d'agost del 2017 a Barcelona. Relats de ficció realitzats a classe de Llengua Espanyola

La tarde del 17 de agosto estuve allí. Allí donde ocurrió lo que nadie de los presentes se imaginaba.

Yo tenía pensado pasar el día por el centro de la ciudad con mis amigas tranquilamente como muchas otras veces hemos hecho.

Eran las cuatro y media de la tarde cuando acabamos de tomarnos un café en un bar de La Rambla. Después de eso fuimos a unas tiendas a mirar ropa. Hacia las cinco más o menos fue cuando sucedió la gran masacre.

Una furgoneta recorrió a toda velocidad La Rambla, mis amigas y yo nos encontrábamos saliendo de una de las tiendas cuando empezamos a escuchar gritos y vimos a una ola de gente correr. Nosotras, nada más ver eso, entramos en pánico, nos imaginábamos lo peor, salimos corriendo buscando una tienda, un portal o cualquier lugar para refugiarnos de aquel caos y desgracia.

Estuvimos horas metidas en una pequeña tienda, el establecimiento en realidad no era pequeño, pero de la cantidad de gente que había dentro parecía diminuto. Todos estábamos muy nerviosos y preocupados por lo que estaba pasando ahí fuera. No parabámos de gritar, de llorar, de intentar localizar a nuestros seres queridos...

Tras largas horas la policía dio el aviso de que podíamos ir desalojando el lugar.

Al salir de nuestro "escondite" y ver esa barbaridad, me quedé sin aliento, toda esa gente muerta en el suelo, toda esa sangre, cientos de heridos, destrozos... se me partió el corazón. Fue la peor sensación presenciar tal monstruosidad.

Mary Martín Molina
4t B ESO
               

ATENTADO TERRORISTA DEL 17 DE AGOSTO

Era 17 de agosto cuando salí de mi casa para tomar algo. Al abrir la puerta de entrada de mi bloque, me arrepentí instantáneamente de haberme puesto esos tejanos negros, las piernas me abrasaban y mis mojados muslos me impedían andar cómodamente.

Al sentarme en los viejos taburetes del pequeño bar donde solía tomarme la merienda, pedí mi café habitual y escuché un grito desgarrador. Asustada, me apresuré a asomarme por las amarillentas ventanas del local, fuera no conseguí divisar ninguna anomalía, hasta después de unos segundos.

Me quedé helada. Madres, abuelos y niños, corrían despavoridos por la calle Palau como si su vida estuviese en peligro. Sin embargo, al rato lo entendí, ya que sí que estaban en peligro.

Incrédula giré la cabeza hacia el camarero quién, apurado, cerraba las persianas.
La gente golpeaba enérgicamente la reja de hierro que cubría el bar. En ese instante todo a mi alrededor pasaba a cámara lenta, mientras un olor metálico se colaba en mis fosas nasales, sangre.

El inexperto camarero, aterrado, se acercó hacia el pequeño televisor ochentero de la esquina del bar, rápidamente se dispuso a encender el viejo cacharro, que se negaba a funcionar. Después de unos minutos de lucha, al fin se encendió.

En las noticias, una joven corresponsal de TV2 trataba de explicar lo ocurrido, pero era difícil, ya que constantemente era empujada por la masa de personas que había en la Rambla.

Mientras la clientela del local miraba embobada el pequeño trasto, mi teléfono comenzó a sonar, tenía al rededor de 20 llamadas perdidas de mis padres, los cuales debían estar preocupados.

-Estoy bien.

Aitana Aguilera
3r C ESO

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